miércoles, 17 de diciembre de 2008

El pudding de Navidad

Imagen: George Underwood



«En Francia no tenemos nada parecido», escribieron. «Vale la pena hacer el viaje a Londres sólo para probar la variedad y las excelencias de los puddings ingleses.» Y, por encima de todos los puddings -continuó Poirot lanzando una especie de rapsodia- está el pudding de ciruelas de Navidad como el que hemos comido hoy. Era un pudding hecho en casa, ¿verdad? No comprado, hecho, quiero decir.
-Sí, señor; hecho en casa. Hecho por mí, con una receta mía, tal como lo llevo haciendo desde hace muchos años. Cuando vine, la señora Lacey dijo que encargaría un pudding a una tienda de Londres para ahorrarme trabajo. Pero yo le dije: «No, señora, se lo agradezco mucho, pero no hay pudding de tienda que pueda compararse con el hecho en casa.» Claro -dijo después la señora Ross, animándose con el tema, como una artista que era-, que fue hecho demasiado cerca del día. Un pudding de Navidad como es debido tenía que ser hecho con varias semanas de anticipación y dejarlo descansar. Cuanto más tiempo se conservan, siempre dentro de lo razonable, mejor están. Me acuerdo ahora de que cuando era niña estábamos esperando que en la iglesia, en determinado domingo, se recitase cierta oración, porque esa oración era, como si dijéramos, la señal de que había que hacer los puddings aquella semana. Y siempre los hacíamos. Oíamos la oración del domingo y aquella semana era seguro que mi madre hacía los puddings de Navidad. Y aquí, este año, debía haber sido lo mismo. Pero no se hizo hasta tres días antes, la víspera de llegar usted, señor. Ahora que, en lo demás, seguí con la costumbre antigua. Todos los de la casa tuvieron que venir a la cocina a batir una vez y pedir una cosa. Es una vieja costumbre, señor, y la he conservado




Agatha Christie
El pudding de Navidad
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4 comentarios:

jorge dijo...

Soy incapaz de hacer una comida que tenga que reposar para ser injerida dias mas tarde.

Eso me lo tienen que hacer.

De adolescente me lei toda Agata.

Anónimo dijo...

jejeje, sí, la verdad es que resistirse a comer algo que sabes que está ahí... casi hecho ( o hecho del todo...) es un poco " castigador"

Agatha está bien...Las novelas de intriga ,policíacas, siempre resultan amenas; hacen poner a funcionar las neuronas.

Marina dijo...

Agatha Christie, sé que la pobre no tiene buena prensa, pero yo, que me lo leo todo, tb la encontré y la leí y me encandiló su simplicidad y atrevimiento. Respecto al pudding... no puedo con ellos, sean de lo que sean. En mi cole, las profes de inglés los hacen con entusiasmo y yo me escondo por los rincones más oscuros. Claro que me encuentran y no me libro, pero ¡agggggggg! no no no, de verdad que no....DONDE ESTÉ EL MAZAPÁNNNNNNNNNNNNNNNNNN.
(Sigo parriba que me queda una entradita. Hoy todo el recreo pa usted "mujer de chocolate")

Anónimo dijo...

¿No te gustan los pudding, Marina? Yo la verdad es que trato de hacer uno diferente, porque el "oficial" no me gusta, así que hago uno versión "española" , (si es que eso puede ser...) Bah, no, no es que sea versión española, sino que atajo y trato de que sea sencillo; una especie de flan con frutas escarchadas y algo de bizcocho empapado en licor, dentro. Una cosa como las que diría Jorge: de comer en el día. Yo tampoco puedo esperar tanto.

Agatha está bien, aún con sus "trampillas" a la hora de dar pistas y eso, pero está bien, es amena y te hace leer, y eso a veces es suficiente. Pasa un poco como con los libros para niños de Enid Blyton, enganchan a los críos a leer.Pues qué quieres que te diga: ¡objetivo cumplido!


Sabes que al final yo me voy a enganchar al mazapán tambien?, ayer ya inauguré la caja, jajajja
, ay dios! qué peligro tengo... jajajaj