
Pasaje a la India
(framento)
Debajo, en los corredores sagrados, la alegría había dado paso al jolgorio. Era deber de los presentes participar en varios juegos para divertir al Dios recién nacido y simular Sus escarceos amorosos con las sensuales pastoras de Brindaban. En estos juegos las mantequilla desempeñaba un papel muy destacado. Una vez retirada la cuna, los principales nobles del Estado se reunieron para retozar inocentemente. Todos se quitaron el turbante, uno de ellos se colocó una pella de mantequilla en la frente y esperó a que se deslizara nariz abajo hasta llegar a la boca. Pero antes de que pudiera llegar, otro de los participantes se situó sigilosamente detrás de él, se apoderó del bocado a punto de derretirse y se lo tragó. Todos los espectadores rieron exultantes al descubrir que el sentido divino del humor coincidía con el suyo, "¡Dios se Amor!" Hay diversión en el cielo. Dios puede gastarse bromas a Sí mismo, quitarse la silla debajo de Su propio trasero, prender fuego a Su propio turbante y robarse Su propia ropa interior cuando se baña.
Al sacrificar el buen gusto, estas devociones lograban lo que el cristianismo ha evitado: incluir la diversión.
E M Forster
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