martes, 29 de septiembre de 2009

Lecher@s en el arte


imagen: Paul Fischer



Lecher@s en el arte



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Imagen: Nicolai N Baskakov



Imagen: Maxfield Parrish



Imagen: Amédée Forestier





imagen: Thomas Rowlandson


imagen: Norman Rockwell



Imagen: Snake Jagger


Imagen: Berthe Morisot

Imagen: David Woodlock


imagen : Thomas Derrick



Imagen: Myles Birket Foster




imagen: Alfred Philippe Roll



Imagen: Joaquin Sorolla


Imagen: Frederick Morgan




Imagen: Julien Dupreé




Imagen :
Winslow Hommer


Imagen: Frank Antoine Ball


Imagen: Laureano Barrau





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lunes, 28 de septiembre de 2009

Comidillas



Imagen: Judy Mandolf



Comidillas



Las sillas de la 16 no solían cruzar miradas con la silla izquierda de la 14, porque era un hecho bien demostrado que había tenido unas relaciones nada convencionales con otra silla de la 12, que además era más alta que el resto y no de rejilla, sino tapizada.

Lo que nunca confesó ninguna silla de la 16 era que todas soñaban con unas relaciones nada convencionales con la silla de la 12.


Santiago García Tirado
Todas las tardes café

sábado, 26 de septiembre de 2009

Napoleòn Bonaparte , la vida en conserva



Napoleòn Bonaparte , la vida en conserva



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Pues sí, no me pienses majadera , que es que resulta que : las latas de sardinas que tantísimo nos gustan son poco menos que un invento suyo .

¡Qué me cuentas!

No ,no tanto, pero sí que gracias a él se difundieron como método eficaz para la alimentación .

No, si no me extraña que el buen hombre se pusiera él mismo la corona...¡ como para no hacerlo!

Y es que, ya antes de que perdiera la batalla de Waterloo, sí aquella que cantaran los Abba, y mucho antes de que persiguiera por los pasillos a Josefina y su escote; mucho antes de todo aquello... Napoleón se hizo aficionado a los pucheros.

Lo que le gustaba a este hombre disfrutar de una salsa es sólo algo que él sabe, claro, pero lo que sí se sabe es que disfrutaba tanto "untando" que , en más de una ocasión, tuvo que llamar apresuradamente a su mayordomo Constant para que le trajera ropa nueva, no fuera a ser que el personal le viera llenito de lamparones , que no es plan.
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Y es que claro, con los cocineros tan magistrales que tenía trabajando para sí, no es de extrañar que ""untara"", no...

Peculiar y casi tiránico en su comer, le gustaba hacerlo solo , y en la mesa debía haber presentados una gran variedad de platos para así ir eligiendo sobre la marcha: "este sí, este no".

Y también era desconcertante hasta decir basta, pues se cuenta que en una ocasión se quejó a su cocinero preguntándole por qué él nunca comía crépinettes de cerdo.

El cocinero argumentó que era un plato poco fino , a lo que Napoleón enfurecido replicó: "¡Qué me importa! Quiero crépinettes de cerdo" .

Las tuvo, claro , pero cuando pasado algo de tiempo, volvieron a repetir el plato: ¡Mon dieu! casi casi rodaron cabezas . A Napoleón :"no le gustaba la comida de cocina de palafreneros".

Pá´habernos matau...

Por lo visto lo que sí le encantaban eran las patatas y el pollo (y de hecho gracias a sus campañas militares las patatas se introdujeron por la puerta grande en España; pero eso es otra historia...) ; así como las lentejas, las judías y las pastas . Sus platos preferidos eran el Ragú de cordero y la Morcilla a la Richelieu (con compota de manzanas) . Y su vino preferido un Borgoña de primera ... ¡mezclado con agua!
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(((¡¡¡Sacrilegioooooooooo!)))
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( ...y porque no había casera, que si no ...)

La batalla de Marengo



Pero si hay algo que une impepinablemente a Napoleón con la cocina es el famoso Pollo Marengo . Aunque los datos son contradictorios y no se está seguro de su fiabilidad.

Resulta que por lo visto andaban de batalla el 14 de junio de 1800, austriacos y franceses en los alrededores de Marengo (Piamonte italiano), cuando les dieron las tantas de la tarde , apuntico de vencer y todavía sin comer . El general Desaix propuso a Napoleón continuar batallando , pero aquel ni corto ni perezoso le soltó un : "Allá usted, yo, por mi parte, me voy a comer".

Y héte aquí a un cocinero, de nombre Dunand , corriendo que se las pelaba para darle de comer al jefe en una "cocina" de campaña a la que no había llegado el tren de suministros y en la que no quedaba ya casi ni el perolo .

No le quedó más remedio que enviar a varios soldados a buscar por los alrededores cualquier clase de alimento pues estaban a punto de celebrar el canto de victoria entre filas ... así que estos ,muy obedientes, regresaron con pollos, ajos, tomates, cebollas, aceite, y huevos , a los que un sagaz Dunand agregaba coñac rebajado con agua.

Se dice que un nuevo plato nacía aquella misma tarde con la maestría de la improvisación para celebrar tan fausto acontecimiento (El de la batalla, no el de encontrar los pollos y los ajos.., se entiende)
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En esta ocasión Napoleón se bajó del caballo para celebrarlo; ¡ todo un detalle!, ya que lo normal -entre batallas- era verle montando y comiendo al mismo tiempo .Poco menos que -a nuestro amigo "Napo"- se le podría considerar el "mister bocata" del momento, pero en fin, esta vez tocó un ratico de asueto para su pobre cocinero que andaba siempre de cabeza adivinando cómo hacer para darle gusto...

Forofo de la mortadela y del jamón -que a menudo tomaba entre trozos de hogaza de pan-,Napoleón era un auténtico fan de todos los derivados del cerdo, así que imagino que se lo pasaría pipa dándole al bocata.
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Pero el tema de la entrada de hoy es mucho más complejo que todo eso , pues fue gracias al ejército napoleónico -el primero en consumir conservas en el frente- que el uso de la lata se revelara al mundo como algo páctico y muy eficaz.
El invento no era suyo, claro, de Napoleón, me refiero. Pero sí que fue parte fundamental de él y su recompensa.
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Imagen: Sandra Hansen

Sí, lo has leído bien, fue gracias a una recompensa de 12.000 francos ofrecida por Napoleón a aquel que inventase un método que mantuviera los alimentos en perfecto estado durante mucho tiempo que Nicholas Appert se pusiera las pilas y diera con la solución. Y es que no quedaba otra , la tremenda tremenda hambruna por la que el ejército napoleónico estaba pasando en su campaña en Rusia no se podía soportar más; no les llegaban los víveres , y cuando lo hacían estaba todo echado a perder .

Appert fue el inventor de la conserva gracias al calor (en recipientes de cristal herméticamente cerrados) , y fue precisamente durante la campaña de Rusia que el cristal fuese sustituido por latas para facilitar así su transporte de forma más eficaz.

Sin embargo,¡curioso!, lo que no se inventó fue el abrelatas, por lo que los pobres soldados hasta para poder comer tenían que andar a bayonetazo limpio, a pedradas o con la navaja, el que fuera más mañoso.


Pero avispados los hay siempre en todas partes. Y aunque Appert fue el inventor , se ve que con la recompensa de los docemil se quedó tan contento que olvidó registrarlo como patente, y héte aquí que llegó Peter Durand y fue el primero en presentarla como : "una patente que permitía preservar alimentos en vasos de cristal, cerámica, hojalata u otros metales ó materiales apropiados”.
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¡Toma ya!
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(Dicho vaso de hojalata consistía en un cilindro cerrado por ambos extremos, hecho de acero recubierto de estaño (hojalata) cuyas piezas estaban unidas por soldadura. Ligereza, irompibilidad, conductibilidad del calor, resistencia a la corrosión frente a otros metales).



¡Para qué quieres más!

El chisme y su eficacia se "vendían" solos . De ahí a hacerlos circular por el mundo sólo habia un paso .

Appert murió sin disfrutar de la grandeza de su descubrimiento, ni de sus beneficios, claro. Siempre pasa igual...
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Pero la historia pone a cada uno en su lugar.
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Por eso hoy , aquí, es de ley hacer un justo homenaje a aquel hombre , su verdadero inventor, que tanto nos ha facilitado las cosas a nosotros, los de la llamada edad moderna.
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imagen:Dick Williams


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jueves, 24 de septiembre de 2009

Cocinando desnudos



Cocinando desnudos
(fragmento)



Nada tiene ella contra la pintura impresionista, a pesar de que prefiere motivos astrológicos para sus paredes, pero aquel desconocido con los pelos color zanahoria y ojos despavoridos fue una desilusión. Se arrepintió apenas lo vio. En fin, ya estaba allí y no era cosa de cerrarle la puerta en las narices por cuestión de una oreja más o menos. Mi amiga no estaba en condiciones de ponerse quisquillosa por menudencias, pero ese hombrecillo era peor de lo imaginado en sus solitarias pesadillas.

Había planeado luz de velas y unas lentas sambas del Brasil, pero no quiso provocar iniciativas indeseables en su huésped, de modo que encendió todas las luces y colocó una de sus composiciones musicales de zumbido de viento y aullidos de coyotes, que tienden a producir un letargo hipnótico. Se saltó la copa de vino preliminar y otras cortesías de rigor y lo condujo directamente a la cocina, dispuesta a preparar unos tallarines de última hora, alimentarlo a toda prisa y despedirlo antes de servir el postre. El hombre la siguió manso, sin dar muestras de desencanto, como quien está acostumbrado a recibir un trato más bien brusco, pero una vez en la cocina algo cambió en su actitud, respiró hondo, inflando el pecho, se le enderezó el esqueleto y sus ojillos de liebre recorrieron todo, tomando posesión del terreno, conquistándolo.
Permítame, dijo, y sin darle oportunidad a Hannah de contradecirlo, le quitó suavemente el delantal de las manos, se lo amarró en la propia cintura y la instaló a ella en una silla. Veremos qué hay por aquí, anunció, mientras rescataba de la nevera los ingredientes que ella había decidido guardar para el día siguiente y otros en los que no había pensado. Van Gogh echó mano de ollas y sartenes como si hubiera nacido entre esas cuatro paredes. Con gracia y destreza inesperada hizo bailar los cuchillos partiendo verduras y mariscos para dorarlos con mano liviana en aceite de oliva, lanzó los tallarines al agua hirviendo y preparó en un abrir y cerrar de ojos una salsa traslúcida de cilantro y limón, mientras le contaba a mi amiga sus aventuras en Centroamérica.
En pocos minutos aquel hombrecillo patético se transformó: sus pelos de payaso adquirieron la fuerza viril de una melena de león y su aire de náufrago se convirtió en serena concentración, mezcla irresistible para una mujer como Hannah. El aroma que surgía de la sartén y el borboriteo de la olla empezaron a producir en ella una creciente anticipación, sintió que le corrían gotas de sudor por la espalda, empapándole la blusa, que se le humedecían los muslos y se le hacía agua la boca, al tiempo que descubría, sorprendida, las manos elegantes y las espaldas anchas de aquel hombre.



Isabel Allende
Afrodita
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miércoles, 23 de septiembre de 2009

Dale Kennington, penumbras




Dale Kennington, penumbras





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Nacida en Georgia (EEUU) en 1935, la pintora realista norteamericana Dale Kennington , además de ser licenciada en historia del arte es una magnífica plasmadora del espíritu sureño norteamericano

























Si te gusta su estilo puedes visitar su WEB

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domingo, 20 de septiembre de 2009

Oktoberfest, el festival de la cerveza



Oktoberfest, el festival de la cerveza
(Wiesn, Munich , del 19 de septiembre al 4 de octubre)


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Al grito de : "O'zapft is'!", que significa :" ya está abierto" , y mientras sonaban las doce del medio día en el reloj de la iglesia de San Pablo , el pasado día , 19 de Septiembre, el alcalde de Munich daba comienzo oficial al Oktoberfest , la fiesta popular más grande del mundo -el festival de la cerveza-, abriendo el primer barril para a continuación hacer sonar doce salvas de cañón desde las escaleras de la estatua que representa a Baviera.
Esta será la señal para que la cerveza empiecen por fin a circular...

Ataviados con el típico atuendo bávaro , o bien vestidos de paisano, gentes de aquí y allá disfrutarán ni más ni menos que durante 15 días de auténticos ríos de cerveza , bratwurst (salchichas) y pretzel (el típico y medieval lazo de pan con sal) (imagen) sentados casi chocando rodilla contra rodilla en interminables bancos corridos donde lo único que cabe son las numerosísimas maß , las jarras de cerveza de : a litro!

¡Para qué quieres más!


Pero, y de dónde viene el origen de semejante fiestorro, te preguntarás...

Pues yo te lo cuento, no faltaba más:


La primera Oktoberfest se remonta a unas fechas: entre el 12 y el 17 de octubre del año 1810, y como agasajo multitudinario para celebrar el matrimonio del príncipe Luís I de Baviera con la princesa Teresa de Sajonia-Altenburgo.

Todos los ciudadanos fueron invitados a celebrarlo frente a las puertas de la ciudad con comida y juegos, donde se iba a realizar además una carrera de caballos como fin de fiestas tras 5 días de jolgorio.

El éxito fue tal que al año siguiente el consejo municipal de la ciudad decretó la celebracion anual de la Oktoberfest.

A partir de entonces, y cada año, cientos de ciudadanos se congre-gaban repetidamente en el Theresienwiese (Parque María Teresa) (o Wiesn) , el campo abierto que hay junto a las puertas de la ciudad y al antiguo Parque Ferial .


Y aunque sus comienzos la Oktoberfest -insólitamente- no se festejaba con cerveza , en 1818 se consiguió la primera licencia para despacharla y se incluyeron además el primer carrusel, dos columpios y un puesto de tiro al pichón.
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Pero tradicional como es de Alemania, qué mejor modo de brindar estando de fiesta que con cerveza... ¿no?
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No podía ser de otra forma. Es lo que debieron de pensar ellos porque así lo hicieron y cada vez con mayor acogida.
De hecho en 1920 llegaron a servirse 12.000 hectolitros de cerveza.

Mon dieu!

... Lógico que pues que la Oktoberfest haya terminado por convertirse en reclamo turístico anual de la ciudad de Munich y del consumo mayoritario de cerveza alemana, claro está... Y a la que, con el paso de los años , de hecho, le han ido aumentando los días de festejo, y las gentes.


Se calcula que actualmente rondan los 6 millones de personas venidas de todo el mundo los visitantes. Y los festejos siguen celebrándose tal como entonces, si bien la útlima carrera de caballos se hizo en 1938. Actualmente no hay.

Los desfiles se encabezan con enorme carros de caballos cargados con barriles y carruajes de feriantes asemejando antiguos taberneros y tabernas que avanzan al ritmo de bandas de música que luego tocarán en las carpas instaladas para la ocasión.

Pero también son importantes el desfile de trajes típicos , así como el paseillo de los Schützenvereine (grupos de tiro al pichón), los Fahnenschwinger (abanderados) y unos 40 carruajes de caballos lujosamente adornados venidos de de los alrededores : Alemania, Austria, Suiza y norte de Italia.


Todos ellos, paseantes y cortejo , desembocarán finalmente en el área de las cerca de 30 carpas instaladas donde , salerosas como nadie y con sólo sus dos manitas y la generosidad de su escote, las "pimpollantes" bávaras llevan de aquí para allá los lotes de jarras que mágicamente se sujetan entre sí por empuje contrapuesto .

Lo que oyes: ¡ni una sola bandeja!



Y es que, cuando tras la caída del imperio romano, la fabricación de la cerveza pasó a convertirse en una tradición casera que a menudo elaboraban las mujeres , su fabricación y posterior trueque como moneda de cambio (sobretodo para los impuestos) fue pieza fundamental en la etapa feudal . Desde monjes a nobles de todo tipo, daban buena cuenta de ella, pero no sólo en sus estómagos ¡qué va! sino también a modo de comercio para así ganarse unos "hierrines".

Cómo pues no iban a incluirla en sus fiestas, si forma ya parte de los alemanes como una segunda piel... ¡Pues claro que sí! , así lo han hecho , hasta el punto de que han convertido la otrora fiesta de casorio en un completo festival de la cerveza . Todo gira en torno a ella.


Y aunque ya no se brinda con aquellas jarras de barro esmaltado, las imponentes actuales, de cristal, no están tampoco nada pero que nada mal. ¿No?

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¡Qué! ¿te animas conmigo y celebramos la Oktoberfest también?
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jueves, 17 de septiembre de 2009

El akelarre

Imagen: Linda Paul


El akelarre

Generalmente se reunían los jueves en casa de una de las tres luciendo una llamativa prenda de vestir para sus reuniones . Alexandra entró envuelta en un chal parsi con hilos de oro, doblándose al cruzar la puerta lateral que daba a la cocina; en sus manos, como pesas de gimnasia o pruebas de un crimen, llevaba dos frascos de su salsa de tomate sazonada con pimienta y albahaca.

Las brujas se besaron en la mejilla.
-Toma , querida; sé que te gustan más las frutas secas, pero ...- dijo Alexandra con su voz temblorosa de contralto que vibraba en el fondo de su garganta como cuando una mujer rusa dice byelo. Sukie tomó los dos regalos con sus manos delgadas, cuyo apergaminado dorso estaba salpicado de pálidas pecas- .Los tomates han proliferado este año como una plaga, no se por qué -siguió diciendo Alexandra-. Hice un centenar de tarros de esta salsa y la otra noche salí al huerto y grité: "¡Podéis pudriros todos los demás!"
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-Recuerdo un año en que pasó lo mismo con los calabacines- respondió Sukie, colocando sumisamente los tarros en un estante del aparador, de donde no los bajaría jamás. Como Alexandra había dicho, a Sukie le gustaban las cosas más secas, como el apio, el anacardo, el arroz pilaf, las galletas saladas, pequeños frutos secos como los que comían sus antepasados simios y les daba fuerza para subirse a los árboles. Cuando estaba sola , no se sentaba nunca para comer; sólo mojaba una galleta en yogur, de pie, junto al fregadero, o llevaba una bolsa de patatas fritas con aroma de cebolla a su cuarto de la TV donde las tomaba con un vaso de bourbon a palo seco-. Hacía de todo con ellos -dijo a Alexandra, gozando de su exageración y agitando las inquietas manos en los bordes de su propio campo visual-: pan de calabacín, sopa , ensalada, fritura de calabacín, calabacines rellenos, cortados en tiras para mojarlos; era una locura. Incluso eché una buena cantidad en la batidora y dije a los niños que untaran con ello su pan, en vez de hacerlo con mantequilla de cacahuete. Monty estaba desesperado; decía que incluso su caca olía a calabacín.



John Updike
Las brujas de Eastwick
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