domingo, 15 de marzo de 2009

Desechando lo desechable


Imagen: Stanley Spencer



Desechando lo desechable


Seguro que el destino se ha confabulado para complicarme la vida. No consigo acomodar el cuerpo a los nuevos tiempos. O por decirlo mejor: no consigo acomodar el cuerpo al “use y tire” ni al “compre y compre” ni al “desechable”.

Ya sé, tendría que ir a terapia o pedirle a algún siquiatra que me medicara. Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los gurises, los colgábamos en la cuerda junto a los chiripás, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos... nuestros nenes... apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, (incluyendo los pañales). ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles uruguayas guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novias se las arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad. ¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades. ¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plást de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de alpaca en el cajón de los cubiertos! Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida ¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de loza. Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.
¡¡Nos están jodiendo! ! ¡¡Yo los descubrí... Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. ¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de las Nike? ¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommiers casa por casa? ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista? ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más basura. El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!! ¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años! Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII) No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan. Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo'. Mi cabeza no resiste tanto. Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo. Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardinera y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?
¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las chapitas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos! ¡¡¡Las cosas que usábamos!!!: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus. Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón. Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Cañitos de plástico sin la tinta, cañitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón. Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor. Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraran al terminar su ciclo, los uruguayos inventábamos la recarga de los encendedores descartables Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.
¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa.
Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.
Las cosas no eran desechables… eran guardables.
¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al cuadril!
Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque del Banco de Seguros para hacer cuadros, y los cuentagotas de los remedios por si algún remedio no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos.
Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posamates, y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de cartas se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía “éste es un 4 de bastos”.
Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganchito de metal.
Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.
Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico -las de suero y las de Agua Jane- se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella. Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. No lo voy a hacer

Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es descartable. Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour. Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.

Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la bruja me gane de mano ...y sea yo el entregado.

Y yo…no me entrego.


Marciano Durán
2006 Enero

.

Mi agradecimiento a Cassandra del blog "El buen salvaje", de donde ha sido tomado prestado este artículo
.
Añado una pequeña nota de disculpa, acabo de saber que ni el título, ni la autoría a quien atribuí el texto son correctas, ( ahora sí) .No era de Eduardo Galeano, ni tampoco se llamaba "Para mayores de 40" y había modificaciones en el texto , Su autor correcto es Marciano Durán , su título es "Desechando lo desechable" , y también he corregido las modificaciones que había con respecto al texto original.
Mis más sinceras disculpas al autor, y mi agradecimiento a la persona que me avisó del error. Lo lamento
Marciano Durán WEB

7 comentarios:

Unknown dijo...

Hola la verdad es que hemos pasado de un extemo al otro en nada de tiempo y la verdad es que se acumulan cosas que rara vez usas y por otro lado andamos detras del ultimo modelo de no se que cosa...
en fin andamos mas perdios que us sapo en el desierto.
De todos modos, creo que poco a poco vamos dandonos cuenta de la verdadera situación y algunos hemos dejado de ver la TV desde hace ya mucho tiempo y dejarse influenciar lo minimo para ser uno el que elija y decida que y que no.
Un buen relato, grcias por tus comentarios al blog, lo de los caracoles te doy la razon, pero tal vez estemos desviando la verdadera grandeza del cuento.
Un beso
MA

Elvira dijo...

"porque éramos de hacer caso..." Genial. Besos

mojadopapel dijo...

Mi hermano Carlos era escultor,(murio en Mayo) y toda su obra escultórica jugaba con la estética de lo inútil, con la imagén y el objeto ya consumido,libre de la meta y función prefijada por la sociedad industrial: el consumo.
Todos sus montajes escultóricos giraban alrededor de latas oxidadas, ladrillos cortados de formas bellisimas en su proceso de secado, cuadros de miles de tapones de colores de botellas de plástico en todas sus gamas...etc, dentro de poco iré
presentando toda su obra, haciendole un pequeño y merecido homenaje... comprenderás lo que digo cuando la veas.
Me ha parecido genial este artículo, gracias por compartirlo.
Besos no desechables.

Marina dijo...

¡Madre mía, que bueno!, lo he leido despacio y con una enorme sonrisa, cielo, es buenísimo. mjdppl, estoy deseando ver la obra de carlos, yo haré lo mismo con la de Arturo e inundaremos nuestros blogs de belleza.
Femme, cari, un verdadero placer.
Unbeso no desechable (soy una copiota)

Anónimo dijo...

Si, MA, y ahora, con todo el tema de la concienciación con respecto al medio ambiente la verdad que volveremos a guardar mucha cosa de nuevo en el cajón , eso y la crisis harán que se vuelva -en ese sentido- a mentalidades anteriores. No se puede andar cambiándolo todo todo por menos de un achís; guardar de cuando en cuando tampoco viene mal . Y desempolvar las bolsas de nuestras abuelas o bisabuelas -aquella que se hacían ellas mismas ,de tela- para bajar a la compra: tampoco. Y al final resulta que son las más "apañás" , cabe mucho y NO SE ROMPEN cuando las arañas con la corteza del pan, o el borde de los yogures, jajajaja
Eran unas abuelas sabias^_^

Y , sí, por supuesto que los de los caracoles era un símil. La gracia de los cuentos orientales estriba en la profundidad de lo que cuentan bajo una apriencia sencilla.

Un beso

*********

JAJJAJA, Elvira, tú también te fuiste a fijar en esa frase^_^ ES FANTÁSTICA, jajajjaja

BESOS GORDOS

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Sí, Mojado papel, lo comentaste en algún otro post que puse sobre material reciclado o algo similar ( ahora no recuerdo exactamente, quizás uno de sillitas hechas con los corchos del champán?) En cierto modo es lo """mismo""" que hizo Warhol, hacernos tomar conciencia de lo que tenemos alrededor y llevarlo a la categoría de arte. No hay porqué desechar todo. Hay cosas que ,tratadas por la mente y mano hábil de un artista, pueden adquirir una belleza impresionante. Y no dudo de que sería ese el caso de tu hermano. Espero que pronto te sientas capaz de mostrarnos ese merecido homenaje que hace tiempo nos vienes prometiendo. Pero bueno, despacín, guapa... cuando PUEDAS afrontarlo sin desmoronarte; un día sabrás que ha llegado el momento, y aquí estaremos todos para rodearte y darte un ABRAZO GRANDE GRANDE ^_^
Me alegro de que os haya gustado. Ya te digo que lo vi en un blog amigo y me pareció genial. Yo crecí con esa mentalidad , más bien por una cuestión de "ajustar el presupuesto" que por otra cosa, pero desembocaba en lo mismo : tener los cajones repletos de chirimbolos ... por si acaso. Y por ejempo eso de guardar la llave de la lata de sardinas ....jajaja lo que me pude reir al recordar haberlo visto hacer tantísimas veces , de niña .
Me pareció un artículo entrañable, por eso lo traje. Aparte de que me gusta mucho Galeano.

UN BESO, CIELO
******************

A que sí, Marina? Seguro que tú también eres ( o fuiste) de la misma cuerda. Cuando se tiene una cierta conciencia ecologista se pasa a ser un "guardador" ^_^ Lo malo es que no sé que pensaran los cajones de nosotros... imagino que deben de estar hasta el moño, jajaja

Dí que si, tu inunda, inunda, a ver si Mayca se anima también...

Eres una copiota?. POS MU BIEN ME PARECE!; se admite beso , No desechable. Y te mando un puñao pa tí

Anónimo dijo...

Hemos advertido que en vuestra página se ha publicado un texto del
escritor uruguayo Marciano Durán con un título y una firma que no se
corresponde con el original.

Desde hace unos días circula por Internet la crónica "Desechando lo
desechable" y lo hace con el título "Porque todavía no me compré un DVD",
"Para los de más de 40", "Mayores de 40" y "Ahora todo se tira" con la firma del reconocido
escritor compatriota Eduardo Galeano.


La versión original (sin las modificaciones que sufrió en los últimos
meses) se encuentra en la página http://marcianoduran.com.uy y está a
disposición vuestra (junto a un par de centenares de crónicas más) sin más
requisito para utilizarlas que no modificar su contenido.


Dpto de Prensa de "Crónicas marcianas y uruguayas"

http://marcianoduran.com.uy

Femmedchocolat dijo...

Vaya!

Mis más sinceras disculpas entonces si no es un texto de Galeano sino de : Marciano Durán . No tenía ni idea.

Lo siento

Confieso que el texto me encantó cuando lo leí en un blog amigo, tanto ... que lo envié por correo a mis familiares y decidí ponerlo rápidamente en mi blog (donde hay otros textos de Galeano -de quien pensé que era- pues es un escritor a quien admiro mucho)

De todas formas , confieso que puse el texto por que me gustaba, y porque me parecía que encajaba con la temática del blog, y no tanto por el nombre, (aunque :sin duda lo respalda)

Lamento mucho que la autoría del mismo esté confundida y se haya atribuído a una persona que NO ES, a la que admiro y leo, pero SI NO ES, NO ES. Y es justo y de ley atribuirle a cada uno lo suyo .

MIS DISCULPAS PUES, AHORA MISMO LO VOY A CORREGIR COLOCANDO SU AUTORÍA CORRECTA y modificando las partes de texto que estén trastocadas

LAMENTO MUCHO LAS POSIBLES INCOMODIDADES QUE ESTO HAYA POSIDO OCASIONAR, no ha sido voluntario , lo saeguro, sino que se debe a simple desconocimiento por mi parte. Lo leí como si fuera de Galeano y tal cual así lo reproduje.

En """mi favor""" diré que el texto me gustó muchísimo, independientemente de quien fuera el autor, pero creo que de haberlo encontrado en la red con su autoría correcta lo hubiera hecho circular entre mis familiares de igual modo e instalado en mi blog para darlo a conocer (del mismo modo que doy a conocer a pintores a los que remito a sus págs webs,cada vez que puedo) pues el texto me parece magnífico.

Mis felicitaciones pues al autor y mis disculpas por el malestar que haya podido ocasionar. INTENTARÉ CORREGIRLO INMEDITAMENTE.

De todos modos , aprovecho la rocambolesca ocasión para dejar mis más efusivos saludos, mis disculpas ¡ por supuesto! y una sincera invitación a pasar a tomar café por "mi casita" cada vez que gusteis.


Un abrazo. El texto es estupendo, no me extraña nada que haya ido rompiendo barreras a lo largo y ancho de la red, y creo que ESA es la lectura positiva que hay que sacar de todo esto. La valía del texto.

^_^