sábado, 6 de junio de 2009

El corazón helado

Imagen: Denis Nolet



El corazón helado
(fragmento)




Raquel se acordaría siempre de aquel día*, pero no por la milagrosa transformación de su abuela, que parecía de repente una mujer muy joven, porque le brillaban los ojos, y los labios, ni por la forma en que su abuelo Ignacio miraba a su mujer, pozos salvajes, sombríos, también sus ojos salvo cuando la seguían como si estuviera a punto de enamorarse de ella, treinta y tres años después de que ella le enamorara por primera vez. Los dos se besaron en la boca durante mucho tiempo cuando terminaron de bailar en una plaza donde otros españoles mucho más jóvenes y muy distintos, frutos amargos de la España de Franco, estudiantes y exiliados voluntarios de última hora mezclados con pseudoaventureros izquierdistas de buena familia y trabajadores a secas, habían improvisado una verbena con el acordeón de un argentino que sabía tocar pasodobles. Eran españoles y bebían champán. Eran españoles y por eso bailaban, y cantaban, y hacían ruido, e invitaban a beber, a bailar, a cantar, a cualquiera que se acercara a mirarlos, pero su alegría era distinta, mucho más pura, rotunda y luminosa, más trivial quizás que la que iluminaba las mejillas hundidas de quienes habían pagado un precio elevadísimo por sonreír aquella noche, pero también más entera, más cercana a la felicidad auténtica. Los vieron por casualidad, cuando iban a recoger el coche para volver a casa, y se quedaron mirándoles por pura diversión, sólo porque eran tan jóvenes y hablaban tan alto y se reían tan fuerte y hacían tanto ruido y estaban tan contentos. "¿Sois españoles?" ; preguntó a la tía Olga el que se fijó en ellos, y Olga bebió de la botella antes de contestar "sí ". "¿Emigrantes?", insistió; y Olga volvió a beber, negó con la cabeza, hizo una pausa para tomar aire y señaló al abuelo. "Ése es mi padre", dijo. "Ignacio Fernández Muñoz, alias el Abogado, defensor de Madrid, capitán del Ejército Popular de la República, combatiente antifascista en la Segunda Guerra Mundial, condecorado dos veces por liberar Francia, rojo y español", y en su voz tembló una emoción , un orgullo que Raquel no pudo interpretar...



Almudena Grandes



*(Celebración el día de la muerte del dictador español)

2 comentarios:

jorge dijo...

A mi siempre me ha gustado como escribe Almudena Grandes.

femme d chocolat dijo...

Sí, yo no la he leído demasiado, pero lo que he leído de ella me gusta. Aunque creo que me gusta más hablando.


UN ABRAZO, JORGE